El pasado 26 de enero, Vanesa, la corresponsal de Asia para reharq.com cumplió dos años (sí, la cifra en días es aún más alucinante) recorriendo el mundo. Su maravillosa aventura nos está permitiendo conocer los lugares más recónditos del planeta.
Hoy nos lleva hasta el templo budista Haeinsa, en Corea del Sur, evitándonos la caminata que supone llegar a este enclave espectacular 😉 Allí, habló con los propios monjes y trabajadores del centro para dar contenido a este post. (Gracias, querida!).
Vista aérea de una parte del complejo, febrero 2017. Autora: Vanesa García.
APROXIMACIÓN AL TEMPLO BUDISTA DE HAEINSA
El templo budista Haeinsa se encuentra en el Parque Nacional Gayasan, en las faldas del monte Gaya, en la zona sur del país.
Además de por su enclave excepcional, destaca por ser el hogar de la Tripitaka Koreana, la colección más completa de textos budistas del mundo.
El origen del templo se remonta a principios del siglo IX durante la época del reinado Silla, y ha sido restaurado y ampliado en numerosas ocasiones. La antigüedad de las edificaciones que se conservan es incierta, pero se tiene constancia de que el templo vivió una restauración en 1481.
Durante las invasiones japonesas del siglo XVI, el conjunto sufrió grandes daños, y en 1817 un incendio devastó buena parte del complejo.
Existen además, testimonios de otras restauraciones y ampliaciones a lo largo del siglo XX.
Vista de la parte posterior del complejo, febrero 2017. Autora: Vanesa García.
La totalidad del templo se encuentra dentro de los límites de la designación por la Unesco como Patrimonio Mundial. Además, tanto el edificio que la alberga como la Tripitaka son Tesoros Nacionales surcoreanos.
Suena bien, ¿no?
ESTRUCTURA DEL TEMPLO
La estructura de los templos budistas suele resultar algo compleja. Están formados por una sucesión de edificaciones, pabellones y otros elementos con funciones y simbologías diversas.
Vayamos a conocer alguna de ellas:
Vista del conjunto desde el bosque, febrero 2017. Autora: Vanesa García.
Por tratarse de un complejo de grandes dimensiones, Haeinsa tiene varias puertas de acceso a lo largo del camino que nos conduce al santuario principal. Estas se conocen como Iljumun, Cheonwangmun y Haetalmun.
En un primer nivel nos encontramos con la zona administrativa, una tienda y una cafetería.
En ese mismo nivel destaca una estructura llamada Jong-gak, que es donde se encuentran los instrumentos musicales que se hacen sonar en las distintas ceremonias con el fin de salvar a todos los seres de la tierra.
Al fondo del patio aparece el imponente pabellón Gugwangru que domina toda la perspectiva.
Varios monjes durante una ceremonia de madrugada en el Jong-gak , febrero 2017. Autora: Vanesa García.
Tras ascender por unas escaleras se llega patio superior. En él hay estructuras como el pabellón Gwaneum-jeon, el edificio de dormitorios de los monjes y pagoda de piedra de tres pisos que simboliza a Buda.
Al fondo, sobre una plataforma, aparece el Gran Santuario, que se conoce como Daejeokgwangjeon, bellamente decorado con motivos geométricos, flores y pinturas murales sobre la vida de Buda.
Patio superior con la pagoda de piedra y Daejeokgwangjeon, al fondo a la izquierda, febrero 2017. Autora: Vanesa García.
En el mismo nivel encontramos otros pequeños santuarios como el Myeongbu-jeon, el Daebiro-jeon, o el Dokseong-gak dedicados a otras encarnaciones de Buda y a algunos boddishatvas.
El complejo se remata superiormente con el Jangeeon Pangeom, una agrupación formada por cuatro bloques rectangulares, que alberga la famosa Tripitaka Coreana. Y aquí viene lo bueno…
¿QUÉ ES LA TRIPITAKA COREANA?
Pues son ni más ni menos que 81.340 (ojo al número ¿eh?) bloques de madera grabados entre 1237 y 1248 y que contienen la colección más completa y precisa de los textos doctrinales budistas que hay en el mundo.
A principios del siglo XI se tallaron algunos bloques -que no se conservan- con la esperanza de que Buda protegiera al reino de las invasiones mongolas. En la década de los años 30 del siglo XIII se comenzó de nuevo la talla de los bloques y el proyecto se completó doce años después con un total de 6791 libros que hoy ocupan 81.340 bloques de madera repletos de enseñanzas budistas, sutras y reglas.
Cada bloque de madera está realizado con madera seleccionada que se sumergió en agua de mar previamente a su tallado. Miden 24x70x3cm de ancho y tiene aproximadamente 320 caracteres chinos tallados en cada cara. Además cabe destacar la excepcional calidad estética de las piezas.
Una de las estanterías que contiene la Tripitaka Coreana, vía.
EL JANGGYEONG PANJEON
Para albergar la Tripitaka Coreana se construyó el Janggyeong Panjeon, un conjunto de edificaciones de madera que son, en sí, una auténtica joya patrimonial que utiliza avanzadas soluciones arquitectónicas para conservar en su interior los importantes bloques de madera.
Puerta de acceso al Janggyeong Panjeon, febrero 2017. Autora: Vanesa García.
La estructura está compuesta por un entramado de vigas y pilares de madera que descansan sobre unos bloques pétreos a modo de cimentación superficial.
El solado y los cerramientos están resueltos con materiales arcillosos, y la estructura de la cubierta, de marcada pendiente, es de madera a cuatro aguas con aleros y recibe un acabado de teja cerámica esmaltada.
Lo más destacable, sin embargo, es su avanzado diseño que emplea soluciones constructivas que permiten la ventilación mientras controlan la humedad y la temperatura del conjunto, gracias a lo cual se han conservado los bloques durante más de 500 años.
Para ello se disponen dos niveles de vanos con celosías de madera a base de listones verticales en todos los tramos entre pilares. Los vanos del nivel superior son más pequeños que los del inferior, lo cual garantiza el flujo del aire, además se dispusieron pequeños huecos en las fachadas a ras de suelo para evitar la humedad proveniente del terreno.
Por último, el solado interior se resolvió con un conglomerado de tierra sobre una base de carbón poroso que regula humedad y temperatura.
Todas estas soluciones de hace más de 500 años siguen funcionando de maravilla. ¿No os decía que era una joya?
Zona de oficinas en el nivel inferior, febrero 2017. Autora: Vanesa García.
Hoy en día puedes visitar el templo Haeinsa, disfrutar de su entorno boscoso salpicado de arroyos y riachuelos, acercarte a la Tripitaka Koreana (desde fuera, eso sí) y aproximarte un poco a esta parte de la historia, en general, tan desconocida para nosotros.
Pero además, puedes realizar un “Temple Stay”, esto es, pasar un par de días en el templo quedándote a dormir allí mismo, aprendiendo de la historia del lugar y compartiendo espacio, comidas y ceremonias con los monjes budistas.
Te garantizo que es una experiencia 100 % recomendable. ¿Te animas?
Vanesa García
-arquitecta-
[corresponsal de reharq* para Asia]
Fuente: los propios monjes y trabajadores del centro y varios informes extraídos de la web de UNESCO.
P. D: Agradecimiento de ida y vuelta por la estratosférica acogida del post de la semana pasada. ¿Qué es un Año Europeo? ¿Y por que éste 2018 se dedica al Patrimonio Cultural?
La sección de comentarios es toda tuya
A mí también me encantará leerte.