Hoy, este, nuestro blog, dará literalmente un paso kilométrico: ¡estrenamos corresponsal de reharq* para América Latina! y no puedo estar más contenta.
En una de esas carambolas geniales que supone reharq*, conocí a
Cinthia Giménez Arce. Ambas fuimos seleccionadas para representar a nuestros respectivos países por la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) en un campus sobre Industrias Creativas y Culturales (ICC). La casualidad o causalidad hizo que el primer día me sentara junto a ella y al lado de Costa Rica, México y Uruguay. Gracias a ellos, y al resto de compañeros, descubrí un idioma universal (las risas) y
la gran capacidad de trabajo, aventura e innovación que tienen al otro lado del Atlántico.
Cinthia inaugura su colaboración en reharq* con un ejemplo de arquitectura religiosa en un entorno rural de su país natal: Bolivia. ¡Bienvenida!
Vista desde la hacienda abandonada junto a la mina de sal. Autora: Cinthia Giménez Arce, diciembre 2016.
SALINAS DE YOCALLA, POTOSÍ (BOLIVIA).
¿Por qué este viaje a San Salvador de Salinas de Yocalla y no a otra de los centenares de iglesias de la misma época que se encuentran bañando toda la región? Quería entender la inmersión del “Barroco o Estilo Mestizo” en la ruralidad del territorio y me dejé llevar por los comentarios de los entendidos en el tema: “… Síntesis de los
elementos estilísticos utilizados en la época en la región…”.
ANTECEDENTES*.
La población de Salinas de Yocalla, se encuentra a orillas del río Pilcomayo, junto a una mina de sal y a 68 Kilómetros de Potosí, Bolivia. (Sí, exacto. La ciudad que en algún momento de la historia, fue la más importante del mundo).
La principal actividad es el cultivo de la papa de la que se encargan aproximadamente treinta habitantes quechua parlantes autóctonos, algún foráneo o hijo prodigo que aparece en alguna ocasión. Los oriundos del lugar que salieron en busca de oportunidades vuelven siempre para la fiesta de San Bartolomé y la Cruz de Mayo.
Los últimos 6 kilómetros de tierra – Google maps, febrero 2017.
EXPERIENCIA IN SITU.
Saliendo de Potosí, a 60 kilómetros por la carretera a Oruro, a mano izquierda encontramos un desvío de tierra, trayecto de curvas sucesivas claramente planificadas para descender 800 metros en una distancia muy corta. Los andenes de cultivo productivo hasta la actualidad y el río Pilcomayo son elementos representativos de este paisaje. A lo lejos, divisamos claramente una edificación que sobresale del resto.
A la iglesia** de San Salvador, todavía le quedan vestigios de la planta de una nave, cubierta originalmente por 4 cúpulas de media naranja, de las cuales quedan 2 pero no por mucho tiempo… La fachada sigue en pie y es una de las 6 portadas de la región que evidencian la presencia del sol, la luna y las estrellas en el firmamento, al igual que indiátides y sirenas tocando charangos, elementos representativos del estilo o barroco mestizo. En el interior de la iglesia se encuentra algo de pintura mural original. Por relatos de la comunidad, sabemos que el retablo mayor fue trasladado al templo de San Martín en Potosí.
1. ¡Imponente portada! La mascota del pueblo probablemente sea el unico “dueño y señor” del edificio. Autora: Cinthia Giménez Arce, diciembre 2016)
2. Interior de la iglesia. ¡Esto me sobrepasa! Autor: Fernando Giménez Ríos, diciembre 2016)
Recorriendo el entorno inmediato de la población abandonada nos hacemos una idea de la envergadura de la iglesia en relación con su contexto. Aunque no queda clara la razón de esta antigua hacienda, se cree que la explotación de sal para cubrir las necesidades de la ciudad fue una de las razones del asentamiento en este peculiar enclave.
Para llegar a Salinas de Yocalla no existe un servicio regular de transporte público. Por lo que esta pequeña expedición no hubiera podido realizarse sin la buena predisposicion y la capacidad de gestión de Amparo Miranda, fiel defensora y amante del patrimonio de su tierra.
Aproximación a la población de Salinas de Yocalla. Autora: Cinthia Giménez Arce, diciembre 2016.
REFLEXIONES FINALES.
Con una leve lluvia y acercándonos ya de vuelta a los 4150 m s.n.m. concluimos la travesía. Mi compañero de viaje y yo reflexionamos: ¿nos debemos sentir afortunados por haber conocido uno de los edificios más representativos de una época, aunque ahora mismo se encuentre en estado lamentable?, o ¿mejor quedarse con el recuerdo de la fascinante descripción de Gisbert y de Mesa?, o ¿remitirse a las crónicas del siglo XVIII, momento de mayor auge de la región?
No dudamos que John Ruskin es uno de los guardianes y testigos de la evolución de esta ruina. Felices con el #culturtrip de fin de año y con ojos aguachentos, pensando si realmente la conservación de patrimonio es un objetivo en sí mismo.
Yo, personalmente, tengo una postura clara al respecto, la irán descubriendo en próximos artículos… 😉
Antes de despedirme hasta el próximo post, manifiesto la alegría de formar parte de este proyecto y les avanzo que recorreremos, intentando seguir el enfoque refresh de reharq* ;-), los sitios más especiales de Latinoamérica. Entendiendo por ‘recorrer’: viajes que permiten conocer, descubrir y reconocer lugares, espacios, edificios, territorios, situaciones y personas.
Cinthia Giménez Arce
-arquitecta-
[corresponsal de reharq* para América Latina]
• *La información complementaria fue consultada en: Iconografía y mitos indígenas en el arte – Teresa Gisbert,
Monumentos de Bolivia – Teresa Gisbert y José de Mesa.
• **En la actualidad lo más correcto es referirnos a este tipo de edificaciones como templos. Sin embargo, se ha
querido mantener el término utilizado en documentos e investigaciones previas.
La sección de comentarios es toda tuya
A mí también me encantará leerte.