Este post cuenta la historia de cómo entrar en la agencia de viajes con la idea de ir a Islandia, y salir ansiando locamente viajar a Egipto.

Si por algo nos caracterizamos este par de dos (porque el asunto de este viaje era celebrar 10 años de love) es que el impulso y el hacer locuras lo dominamos al dedillo. ¿Que hubo recientemente un atentado? Le dimos la vuelta. ¿Que Egipto está repleto de patrimonio y que para mí sería más costoso desconectar del trabajo? También se la dimos. ¿Que solo buscábamos una escapadita de 4 días y la cosa se nos fue de las manos? «Nos lo merecemos», dijimos con solo mirarnos.

Hoy hace justamente un mes que volvimos de Egipto, y aquí me hallo, mitigando este síndrome postvacacionesinolvidables que se ha apoderado de todo mi ser, revisando fotos y resumiendo con palabras uno de los viajes (y mira que he hecho unos cuantos) más maravillosos de mi historia. Dentro post!

día1 

El Cairo me sorprendió o, al menos, la cara que nos mostró en la primera toma de contacto.

Loco y descontrolado. Pero me gustó. Me regaló desde el minuto uno esa magnífica sensación de estar de vacaciones, en otro mundo, en otra cultura (esto, en ocasiones medible por el grado de higiene de sus calles…). Pero… ¿qué quieres si además de parecer el epicentro del caos, la población de El Cairo es, aprox, la mitad que en toda España? ¿Unos 20 millones de personas?

En días posteriores vimos otras caras más limpias y «europeas» de la capital de Egipto, pero el primer choque fue bastante potente. De esto va viajar.

 

 

En este primer día en El Cairo descubrimos las pirámides que antecedieron a LAS PIRÁMIDES, algo así como varios ensayo-error antes de llegar a la forma piramidal perfecta. Visitamos la pirámide romboidal, así llamada por tratarse de la primera construcción proyectada con la forma de una verdadera pirámide; y la roja, que toma este nombre por el color de su piedra.

 

 

En la primera experimentamos literalmente «cómo morir de frío en pleno desierto» (mira, no sé, debo de ser meteo-gafe pues cuando estuve en el Sáhara ¡llovió!). En la segunda, tuvimos oportunidad de entrar o de rajarse a medio camino, como fue mi caso… los más osados salieron flipándolo mucho.

 

 

Sin embargo, y pese a la primera toma de contacto con el patrimonio construido egipcio, de este intenso primer día en El Cairo me quedo con un momento.

Tras un paseo nocturno por la calle Al Muez, un rincón en el «Café de los espejos», en pleno gran bazar Khan El-Kalili de El Cairo. Conversación, música, té y frutos secos mediante.


 

día2

Mientras metía con nocturnidad y alevosía la plancha (tamaño normal ^__^) en la maleta dudé por un micro segundo si era buena idea volver a llevarnos los trajes de novios. Esta aventura ya la hicimos hace 10 años en China pero de honeymoon como que hay más manga ancha a estas locuras. ¡Pero a este 2019 hemos venido a hacer aventuras!

Si las pirámides hablaran, no descarto que ocurriera algo como esto: «Lo que nos faltaba por ver». Mientras la Esfinge añadía: «Que viva el amor, no me seáis antiguas».

Y ahí estábamos, diminutos todos, ante las tres Grandes Pirámides: Keops, Kefren y Micerinos, siendo la primera una de las supervivientes de las Siete Maravillas del Mundo. Se cree que la Esfinge (Abu El Hol -padre del terror-) tiene la cara del faraón Kefren, quien vigilaba así su propia tumba. Sí, la «foto del beso» es nivel máximo de turistada, pero love is in the air, you know…

 

 

Pero curiosamente (tanta peli y tanto documental…) hubo algo que me sorprendió más que las pirámides: la Barca Solar, que corresponde a la barca funeraria de Keops. Desconocía su existencia, su hallazgo me maravilló, cómo encajaron sus 1224 piezas… aún sigo incrédula del perfecto estado en el que se encontraba la madera de cedro. Bueno, el magnífico estado de conservación del antiguo Egipto en general me dislocaba continuamente.

 

 

Si de algo está repleto Egipto es de historias más allá de la Historia. De mitología, de incógnitas que permiten jugar a descifrar a nuestros antepasados…

Un viaje entretenidísimo, y en paralelo, por nuestra imaginación…

Casi al atardecer llegó -momentazo novios aparte- mi sensación favorita del día: me sobrecogió fuertemente el ambiente místico de la Mezquita de Alabastro. Además, su espacio me recordó, en cierta medida, a la biblioteca de las Escuelas Pías de Lavapiés. Gracias Nacho por el apunte 😉

 

día3

En este viaje, el refrán «a quien madruga Dios le ayuda» cobró todo su significado. Vimos los mejores amaneceres, exprimimos los días para llegar a la hora justa de los atardeceres… y los días parecían tener 300 horas.

Para prueba un botón. El itinerario del tercer día fue locamente maratoniano e incluyó tres museos: Museo de Arte Islámico (era el primer museo que veía de este tipo y lo cierto es que me gustó mucho), Museo de Luxor (lo destacable de este museo es que es, de largo, la mejor puesta en valor del patrimonio egipcio que vimos) y el Museo Egipcio, para pasarte allí mil horas.

 

 

El Museo Egipcio reúne la mayor colección de arte antiguo del mundo. Vayamos con dos parecido razonables.

El primero, ¿algunas de sus salas no os recuerdan al MAN de Madrid…?).

Y el segundo, uno de sus tesoros máximos, el ajuar del faraón Tutankhamon, causa tanta o más expectación que el busto de su madre -Nefertiti- en el Neues Museum (Berlín).

Mención aparte merece la sala de momias. De nuevo, sobresaltada con el grado de conservación. Algunas de las cien mil piezas de este Museo egipcio ya han sido trasladadas al nuevo Museo Arqueológico de El Cairo. Con su inauguración prevista en 2020, apunta a que será el museo más grande del mundo.

 

(nota: la foto no pertenece a la sala de momias. Por motivos de conservación estaba prohibidísimo sacar fotografías)

Pero lo mejor del día (vuelo interno mediante) aún estaba por llegar. Visita nocturna al Templo de Luxor. Enloquecí. Esta arquitectura la estudié y dibujé mil veces hace 20 años… y, de repente, ahí estaba. Más fantástico, enorme y colosal que como yo lo imaginaba. El sorpresón del día y, probablemente, también del viaje.

 

día4

El madrugón de este día fue terrible pues no hubo manera de dormir después de la llamada a la oración de las 5:00 ¡*^Ç_:&%! Recuerdo que en Estambul esta costumbre me parecía «bucólica» pero en Egipto ya llevábamos varias jornadas estando en danza al alba y ese día fue especialmente mortal… Pero la jornada prometía, ¡así que arriba!

Comenzamos visitando el Valle de las Reinas y el Valle de los Reyes, dos necrópolis diferenciadas donde estaban los grandes templos mortuorios de los faraones del Imperio Nuevo. Ambos estaban en sitios muy inhóspitos y carentes de adecuación/explicación alguna por lo que más allá del sobrecogimiento al entrar en esos espacios, salías con muchísimas lagunas que la explicación previa y posterior de nuestro guía local (un crack, Mohamed) no podía abarcar.

De estos valles, me quedo con haber «puesto cara» a mi diosa egipcia favorita. Las historias de la mitología egipcia te teletransportan a aquella época con todo lujo de detalles… y así, en uno de estos viajes imaginarios, dentro de uno de esos espacios mortuarios se me apareció por primera vez Nut: madre de los dioses y reina de los cielos en el antiguo Egipto. Y es que su ritual consistía en tragarse cada noche al sol, y darlo a luz cada mañana…

vía conec.es (Foto S. Vannini)

 

Durante parte del día, los guías nos hablaban mucho y bien (yo con esto lo gozaba) sobre los dioses egipcios, y de cómo entonces entendían el universo, su cosmos. Era todo tan bello, idílico, fantasioso… y a la vez tan organizado, lógico y creíble…

Además, aquel día visitamos el templo de la Reina Hatchepsut, que destacaba por su particular arquitectura. Si bien, todo apunta a que una reciente restauración poco acertada ha modificado gran parte de su aspecto original… Malas praxis encontré muchas, templos intervenidos con estructuras metálicas y hormigón armado: ver para creer. Por supuesto, con sus ya correspondientes patologías. Sin embargo, lo que sí me pareció que estaba bastante bien trabajada era la restitución de piezas y restauraciones pictóricas (os dejo una foto de un restaurador egipcio en acción ¡a tope con la seguridad en el trabajo!;).

 

También doy un diez al estado de conservación de prácticamente todos los monumentos visitables, aunque la señalética y elementos/espacios de interpretación tienen amplio margen de mejora… Pero volvamos al goce puro del viaje!

 

 

Aquel día, también visitamos el espectacular Templo de Madinat Habu, templo mortuorio de Ramsés III, representando uno de los más importantes edificios religiosos de Tebas.

Imagínate este y el resto de templos a todo color. Maravilla sideral.

 

día5

Este día batimos record madrugador pues la ocasión lo merecía, estábamos a punto de sumar al viaje otra experiencia alucinante: viaje en globo sobre Luxor. Espectacular la línea tan marcada entre la tierra fértil del Nilo y el desierto.

Y allí, sobrevolando templos egipcios, vimos amanecer.

 

 

 

Para rematar el día, visitamos Karnak. Otro de esos templos que en su día dibujé. Si bien, el de Luxor le ganó por ese extra que siempre aporta la noche. Aún así, espectacular su tamaño, obelisco y «bosque de columnas». Por supuesto, no salí de allí sin haber dado 7 vueltas al escarabajo. La buena suerte no está para saltársela. Esto me hizo recordar cuando estuve en La Habana, que había rituales de éstos en cada esquina… No me salté ni uno… ¡qué trabajera!


día6

Mucho menos exótico que el globo, pero aquella mañana montamos en calesa para llegar al Templo de Edfu. Y, oye, ¡también tuvo su punto! Este templo está dedicado al Dios Horus y sus muros, que tardaron dos siglos en construirse, son un auténtico libro de mitología y geopolítica.

Después, navegamos en crucero hacia Kom Ombo y visitamos el templo dedicado al dios Sobeck, con una imponente ubicación junto al Nilo. Era curioso observar cómo algunos de los relieves de su interior -era una práctica habitual- fueron desfigurados por los coptos, quienes usaron el templo como iglesia.

 

 

 

 

 

 

La vida a bordo del barco también tenía su punto. La paz era bestial, las vistas alucinantes… Aquella tarde, al más puro estilo Agatha Christie ideando Muerte en el Nilo en su hotelito Old Cataract de Asuan, me dio por escribir. A menudo, recuerdo ese momento de tremenda conexión y paz.

Qué grata sorpresa que «alguien» lo inmortalizara sin darme cuenta…

 


día7

El día prometía, pues visitaríamos una de las joyas de la corona del viaje. Lugar que elegiría para ponerme el amor por montera y desfilar (muy sencilla ella) ante un guapetón vestido de chaqué, frente al templo de Abu Simbel (el vídeo del delito en mi Instagram).

Los célebres templos de Abu Simbel (1274 a.C.) están dedicados a la memoria de Ramsés II y de Nefertari, su esposa más amada… El Templo de Ramsés II fue dedicado a su propio culto (los faraones estaban considerados dioses) y de las grandes deidades del antiguo Egipto: Amón, Ra y Ptah. Lo realmente prodigioso es el fenómeno que sucede en el templo durante dos días concretos al año y a unas horas determinadas: los rayos del sol se adentran unos 60 m dentro del templo y alumbran con un halo de luz las caras de los grandes dioses Amón, Ra y Ramsés, quedando oculta la del dios Ptah que no se ilumina nunca al ser considerado el dios de la oscuridad. El fenómeno ocurre 60 días antes y 60 días después del solsticio de invierno.


vía New China TV

Estos templos fueron rescatados por la UNESCO de las aguas del Nilo y trasladados bloque a bloque hasta su ubicación actual. Digamos que es una «deslocalización» de esas que con los criterios actuales de restauración está desaconsejada hacer. Así, hoy esto habría supuesto no disfrutar en la actualidad de esta maravilla o, bien, haber paralizado la construcción de la presa de Asuán… Paso palabra…

Acabamos el día con un paseo en faluca, típica embarcación egipcia. A bordo (cómo son estos egipcios, aprovechan cualquier momento para vender… ^__^) me compré una pulsera que no me quito, y miro y remiro un montón de veces al día. Y mira que es fea, eh? Para cuando me decidí a comprar solo quedaban los restos… ¡Cómo algo feito y tan barato puede teletransportar a tan buenas sensaciones!

 

día8

Ultimo día en Egipto, pero ¡qué diablos! Lo habíamos gozado infinito, y aún nos quedaba una mañana entera por disfrutar. El Templo de Philae, cuya principal deidad era Isis, representa el último bastión de la religión y de la escritura jeroglífica egipcia.

De nuevo, llegamos a él navegando por el Nilo, sobre esas aguas donde todo empieza y acaba en Egipto.

Viaje en grupo. ¡Sí, quiero!

Era la primera vez que viajábamos en un grupo organizado. Decidimos hacerlo así por el destino y porque no disponíamos de tiempo para preparar nada. Así que confiamos en una agencia de viajes, ¡y acertamos de pleno!

En destino disponíamos de un guía local que nos contó todos los entresijos de El Cairo: la historia de los templos, la situación sociopolítica del país, su religión y tradiciones… así como la relación con otras culturas ¡Sus explicaciones eran canela fina!

 


 

Compartimos estos 9 días con un grupo majísimo, con gente de Madrid, México y País Vasco. Cultos, alegres y amables. Entre todos logramos (la agencia también fue muy detallista) hacer de este viaje algo memorable. Además, participaron con paciencia y muchísimo cariño en esta «Gran reboda egipcia» donde no faltó una pseudoceremonia, la tarta, los brindis, reportajes varios, el baile… ¡fue la bomba!

VIAJAZO.

 

P. D. Visitamos más museos, iglesias, el barrio copto, otros espacios patrimoniales, tiendas, restaurantes, hotelazos… pero hoy solo destaco a modo de impulso lo que más me impactó. Probablemente tu mirada de Egipto sea diferente y complementaria a esta.

Me encantará escuchar tu versión egipcia en redes sociales o en la sección de comentarios.

Fotos por reharq*, salvo especificación en pie de foto y  la del momentazo, que es de Roberto, uno de nuestros majísimos compañeros de viaje.
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