«Un espacio para reunirlos a todos», así definen sus propietarios al Palacio de Olza, de cuya transformación, de edificio de la familia Cruzat a una casa rural de gran capacidad, hoy viene a hablarnos Verónica Quintanilla.

Verónica, además de ser arquitecto por la Universidad de Navarra con Máster en Restauración arquitectónica por la ETSA de la Universidad de Valladolid y especialista en Estructuras históricas por la UNEX; también aporta su buen hacer en organizaciones en favor del patrimonio como ICOMOS, ICOFORT y Patrimonio para jóvenes.

Y fue esta combinación de ambas facetas, la de experimentada profesional y la de voluntad de ayuda, la que me hizo admirar a Verónica en cuanto la conocí. Por si esto fuera poco, otro aspecto que le hacer brillar aún más es ser madre de familia numerosa.

«Un espacio para reunirlos a todos»

Para familias, celebraciones o eventos de empresa es en quienes se ha pensado a la hora de proyectar el nuevo uso del edificio, que se puede alquilar íntegramente (31 plazas). Este lugar ideado para compartir está dotado de mimo histórico y de las mejores prestaciones de confort y diseño con mobiliario de iSiMAR. ¡Podría seguir hablando horas sobre este alojamiento -ya sabéis que este tipo de hoteles son mi debilidad- pero os facilito su web del Palacio de Olza para que la curioseéis y doy paso al texto de Verónica!

Verónica, es una suerte para todos tenerte en esta sección de reharq* con… y que compartas ese apasionante e interesantísimo recorrido por la rehabilitación de este edificio histórico.

RESTAURACIÓN DEL PALACIO DE OLZA, NAVARRA

El Palacio de Olza, situado a tan solo solo 14 km de Pamplona, es un edificio medieval que comenzó a construirse a finales del siglo XV y ampliado a lo largo del siglo XVI. Pertenecía a una de las ramas de la familia Cruzat, aunque nunca fue la casa principal sino más bien la usada por los renteros que les llevaban las tierras.

Tuvo varios dueños, hasta pertenecer a los Ochoa de Olza y, a comienzos del siglo XX, fue comprada, junto con todo el señorío de Olza, por José María Civills que la dejó en herencia a su mujer, Martina Doussinague.

Vista general de Olza dese el jardín sur.

El palacio consta de un cuerpo central con una torre a cada lado. La torre oeste es la más antigua, probablemente defensiva aunque hoy la encontramos muy transformada. A ésta se le añadió un cuerpo noble, para terminar rematado por otra torre.

La planta baja conserva una galería de arcos escarzanos, que nos recuerdan más a los palacios de Castilla que a los palacios navarros, más cerrados y con una planta baja más tosca. Esto es debido a que los canteros que trabajaron en esta obra eran guipuzcoanos, en ese momento Corte de Castilla.

Estado actual: Fachada principal del palacio. Estado antes de la restauración.
Estado actual: Patio norte. Estado de conservación antes de la intervención.

 

ESTADO DE CONSERVACIÓN

El estado de conservación del edificio era ruina absoluta. Los muros de fábrica se encontraban estables y relativamente bien conservados, ejecutados con la característica piedra blanca de Olza, cantera local. Pero los forjados estaban arruinados. De hecho, en la toma de datos no pudimos acceder a todo el inmueble por riesgo de caída. Unido esto a que todas las casas del pueblo habían sufrido un gran ataque de termita, del que el palacio tampoco se libró, el estado de conservación interior era muy malo.

Estado actual. Ventana historiada planta primera, antes de ser intervenido.

El proyecto de restauración buscaba convertir este viejo palacio en una casa familiar y en una casa rural de gran capacidad (Vivienda Turística Rural) que permitiese recuperar algo de la inversión ejecutada, unido esto a la posible celebración de eventos, reuniones de empresa, etc.

Dormitorio grande y vestidor.
Baño. Intervención respetuosa con el edificio histórico.
Dormitorio acondicionado como sala de reuniones

 

INTERVENCIÓN

Los criterios de intervención seguidos fueron los de máximo respeto al edificio, sobre todo a su imagen exterior, dominando el valle de la Cendea de Olza y presente siempre en el imaginario colectivo de los habitantes de la Cendea. Se cerraron los huecos abiertos en el siglo XX y se destapiaron los arcos escarzanos de la planta baja. Y pasamos de tener un palacio cerrado y obscuro, muy pétreo por fuera, a un espacio lleno de luz natural.

Probablemente, esto sea lo que más llame la atención de este inmueble. Cuando lo observas por fuera, tan cerrado y opaco, esperas encontrarte dentro cuadras y establos, espacios sombríos y de repente, es todo luz, una gran galería que se abre a un recogido patio.

Comedor-salón, cuerpo principal.

En el interior, nos hubiese gustado ejecutar forjados de madera, pero fue inviable. El ataque constante de las termitas, la complejidad para controlarlas, y el riesgo que dejábamos era muy grande. Los forjados se ejecutaron en hormigón. Pero sí conseguimos mantener la estructura original de la cubierta del cuerpo central de vigas curvas de madera de roble, sobre jabalcones, y correas paralelas a los muros. La cubierta se numeró, se desmontó, se llevó a tratar y se volvió a colocar.

Las cubiertas de las torres también se mantuvieron en madera, pues habían sido ejecutadas a comienzo de los años 80. Son unas sencillas cerchas de madera de pino, con una pieza de cumbrera sobre las que apoyan los solivos.

Bajocubeirta cuerpo central. Estructura original de madera recuperada.

Los materiales empleados fueron los propios de cualquier restauración arquitectónica: morteros de cal con arenas naturales, carpinterías de madera de roble, suelos de madera de roble en la planta noble, sillares de piedra del lugar,…

Todas las carpinterías son de madera de roble, pero aquellos huecos nuevos no historiados, abiertos en épocas pasadas y que fue preciso mantener se marcan con cajones de acero cortén. Acero que aparece en toda la metalistería del edificio. Y aparte se incorporan barandillas de vidrio para no desdibujar la imagen que tenemos del edificio y garantizar la seguridad de los usuarios.

Izq. hueco nuevo marcado en acero cortén. Planta primera.

 

RESPETO AL PATRIMONIO

Toda la intervención pone en valor el edificio. Cuando cada material de pavimento, techo, particiones, se encuentra con los muros históricos del palacio crea una zona de respeto, como no queriendo tocarlo si no es con delicadeza, con la sensibilidad suficiente de aquél que se acerca a algo de gran valor, que le trasciende y sólo quiere tratarlo con suavidad y cuidado.

Estado final. Fachada principal tras la restauración.

La ejecución de las estancias como la cocina, salón, comedor, dormitorios y baños, no hacen más que poner de manifiesto el valor del edificio antiguo, donde se entienden como algo accesorio que puede ser cambiado, y que no tratan en competir en ningún momento con los valores del patrimonio recibido.

Cocina, entendida como un mueble. Torre medieval finales siglo XV.

El edificio consta de un patio interior que cuando llegamos era un vergel, con juncos y ranas, bolsas de basura y neumáticos. Este patio que se ha convertido en un lugar recogido, tranquilo, un sitio de paz… donde el sonido de una fuente natural nos acompaña siempre.

Patio norte.
Leñera. Mobiliario ISI_MAR.

Y delante, un gran balcón nos asoma a toda la cuenca de Pamplona.

El pavimento de este balcón está ejecutado con los adoquines originales de la calle Estafeta. Cuando se cambió la peatonalización del Casco Viejo de Pamplona, se compraron para colocarlos aquí, en un tiempo en el que todo lo que os he contado todavía era sólo un sueño muy lejano, un anhelo del que vela por lo recibido de sus mayores y que quiere conservarlo y mejorarlo para los que vengan después.

Puerta de acceso a la finca y adoquines de la calle Estafeta.
Patio norte y torre este

Y hoy aquí está, patrimonio construido y vivido, patrimonio recuperado y en uso, porque a veces los sueños, con mucho esfuerzo, también se hacen realidad.

Verónica Quintanilla Crespo
-Arquitecto especialista en Restauración de Patrimonio-

 

* imágenes cedidas por Verónica Quintanilla.

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