Cada 23 de junio el Instituto Cervantes
celebra «el día e», y propone a los casi 500 millones de personas
que hablamos este idioma, que elijamos nuestra
«palabra preferida” de entre las 80.000 que contiene el DRAE. Yo
recuerdo haber participado en dos ocasiones. Un año voté por la palabra
«caracola», pues me despierta alegría. Y otro año por
«sonrisa», porque me despierta pues… eso, lo que es.
Así que cuando entré en la nueva instalación del Museo Guggenheim Bilbao, y me
vi rodeada por once sonrisas, me vino a la mente el motivo por el que en su
día voté por esta palabra. En medio de esa sala, casi vacía,
bajo una estudiada luz, sentí pura felicidad y alegría (pese a que no había
ninguna caracola por allí cerca, creo ;-).
El pasado miércoles 13 de marzo tuve la
oportunidad de visitar ‘Selecciones de la colección del Museo Guggenheim Bilbao
III’ de la mano de su comisario, Álvaro Rodríguez Fominaya. Estas nuevas adquisiciones
de la fundación son todas ellas obras vinculadas con el arte pop: cuadros de
Jean-Michel Basquiat, Gilbert & George, Sigmar Polke, Robert Rauschenberg,
James Rosenquist y Andy Warhol complementados con obras en soporte audiovisual
donde se encontraba lo que para mí fue, en esta visita, ‘la joya de la corona’:
«Sonrisas (Smiles, 1993-94)», de Alez Katz. Su obra
(he encontrado esta página donde venden sus reproducciones) se podía entender (sin ser yo una experta… solo hablo como alguien curioso
con ganas de disfrutar) como el ‘refinado’ arte pop. Las once sonrisas no se
reproducen mecánicamente, ni serigrafía ni fotografía… Son
cuadros pintados, aunque la simplificación de los volúmenes de estas once chicas
puedan recordar al arte pop. Los ojos de las protagonistas están a la altura de los del espectador, descentrando el lienzo… asemejándose a la gracia/imperfección de
las fotos de fotomatón.
aquí es poco comparado con lo que disfrutaréis cuando la visitéis. Yo os animo a
ello.
Otra entrada genial y muy bien editada! Realmente dan ganas de visitarlo de nuevo. Yo ya hace 7 años que fuí y tengo ganas de volver. Es un museo caro, pero vale mucho la pena. Especialmente recuerdo que la sala de las enormes caracolas de metal.Fué mi preferida.
Muchos ánimos!
PD: eres muy buena comunicadora 😉
Muchas gracias, Marc.
Voy a memorizar este comentario cargado de motivación para cuando las 24 horas del día no sean suficientes para escribir los post, 😛
Cierto, es un museo muy caro. Prueba en 'ocio x la cara' del Diario Vasco. Sortean entradas (y tocan, doy fe) y éstas se recogen en la taquilla el día que vayas al museo con el DNI.
¡Celebro que te haya gustado la entrada! Hasta otro día,
Libe