Fue hace unos meses, cuando volviendo de una conferencia sobre técnicas tradicionales de construcción en la Universidad de Valladolid, me dije, ‘ya que estoy por estos lares, me voy a conocer el Castillo ‘barco’ de Peñafiel’. Sobra decir que me gusta conducir y que allí donde haya un castillo, es difícil que siga de largo. Para prueba este blog y el turre abanico de castillos de estilos varios que ya os he presentado: Sancti Petri en Cádiz, Buitrago de Lozoya en Madrid…
Valladolid-Peñafiel es un paseo en coche de escasos 45 minutos. No sé qué me gusta más, si perderme entre los muros centenarios de las fortalezas; o esa sensación de sorpresa-curiosidad que entra cuando vas conduciendo y el castillo aparece-desaparece entre el paisaje. La estrechísima forma del Castillo de Peñafiel me divirtió, por lo que antes de subir a descubrirlo lo disfruté una y mil veces desde distintas perspectivas del pueblo.
Esta es mi favorita: desde la Plaza del Coso, espacio público de origen medieval creado, ya desde sus comienzos, para celebrar festejos taurinos.

Capea, 1920. Foto vista en un bar de Peñafiel (siento no recordar el nombre)
El Castillo de Peñafiel se ubica en lo alto de un espigón que separa los valles del Duero y del Duratón y que domina visualmente el acceso a los otros cinco, lo que le confiere un notable valor estratégico.

El alargado cerro, unos 210 m. de largo por 20 m. de ancho, ha acogido de forma interrumpida desde la edad de Bronce, multitud de retazos de la historia. Las crónicas, refrendadas por los últimos trabajos arqueológicos nos hablan de dos momentos importantes en el devenir histórico de la fortaleza peñafielense.
A comienzos del siglo XIV don Juan Manuel (efectivamente, el de ‘el Conde Lucanor’) promueve la construcción de un ‘Castiello Mayor’, siguiendo un modelo de fortificación que también se puede ver en otros puntos de la Península (Villena, Alarcón, Cifuentes…). Y aunque fue arrasado casi en su totalidad hacia 1431, la arqueología ha permitido documentar la presencia de una gran fosa flanqueada por sendas torres circulares que dio paso a un Castillo. Entre 1456 y 1466 don Pedro de Girón (maestre de la orden de Calatrava -autoridad suprema de esta orden militar religiosa-) ordena levantar el Castillo que ha llegado hasta nuestros días.
CASTILLO ‘BARCO’ DE PEÑAFIEL (VALLADOLID)
Se trata de una fortaleza alargada para adecuarse al cerro (como también ocurría en el
Castillo de Baños de la Encina -Jaén-) y dotada de dos patios entre los que se levanta una imponente Torre del Homenaje.
En su lado oriental se abre una única puerta de acceso flanqueada por sendos torreones circulares y coronada por un matacán (espacio que sobresale de las murallas, y desde donde se puede mirar y atacar al enemigo sin ser visto) del que solo quedan los modillones (ménsulas o canes sobre los que se apoyaban los matacanes) (ver foto superior izquierda).
EL PATIO SUR
El patio más meridional es ocupado desde 1999 por el Museo Provincial del Vino. En sus orígenes, albergaba pabellones para soldados y caballerizas.


Esta segunda formación de murallas que delimita el recinto interior está constituida por 28 cubos almenados que se intercalan equidistantemente y definen una sucesión de cortinas también almenadas (que tienen pinta de ser ‘imitación a sillares’ hechas con argamasa y piedra; por más que he buscado, no he encontrado información relativa a las restauraciones que ha sufrido el Castillo…) y transitables en su cumbre a través de un adarve.
Dos de estos torreones fueron usados como mazmorras al más puro estilo ‘ahí te pudras’: ya que era donde arrojaban a los ‘malotes’, rompiéndoseles las piernas y/o sin opciones de escalar a la superficie en ninguno de los casos…

LA TORRE DEL HOMENAJE
La Torre del Homenaje de los castillos medievales, era el lugar donde se llevada a cabo el juramento del vasallaje -también llamado ‘homenaje’- que, básicamente, consistía en que el vasallo le prometiera fidelidad, apoyo político, y servicios militares a su Señor feudal; a cambio de control y jurisdicción sobre la tierra y la población de su feudo.
Además de que, evidentemente, por sus características constructivas es el lugar donde se protegían de posibles asedios.



La Torre del homenaje del Castillo de Peñafiel, al igual que el resto de la fortaleza está construida con piedra de Campaspero (cantera natural a 15 km de Peñafiel), alcanza los 34 metros de altura y alberga tres plantas abovedadas, en las que se distribuye el salón de nobles, cocina y tres dormitorios.

EL PATIO NORTE
En sus inicios, fue utilizado como almacén y área de criados. En el lienzo vertical aún se pueden ver los mechinales (huecos dejados por la vigas al empotrarse en el muro) de sus primitivos forjados. Además, al final del patio, se encuentra el aljibe, que suministraba agua a todo el Castillo.
Tras la visita, aún me quedaban casi tres horas de viaje, por lo que la copita de Ribera del Duero, ¡queda pendiente!;)
¿Conocías ya este Castillo… también te ha impresionado su forma de barco? Ya sabes que he cogido carrerilla en esto de visitar Castillos, así que si conoces alguno que sí o sí debería aparecer en este blog, no dudes en decírmelo, tanto en la sección de comentarios como vía mail. A mí también me encantará leerte.
Fotografías por reharq* salvo especificación en pie de foto. Abril 2013.
Fuentes consultadas: panel informativo del castillo y Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.
El color de las piedras con ese cielo gris y aborregado…que evocador!!!!
Sí, cierto! Lo bueno de aquel FRÍO día es que ha colaborado a darle a las fotos un 'toque' especial.
Helena, muchas gracias por animarte a comentar y particpar.
Un abrazo,
Libe