De los creadores del Camino en bici y en caballo, llega el Camino de Santiago a vela.
Un nueva modalidad de peregrinación que desde hace 6 años también permite obtener la Compostela: diploma oficial expedido por la Catedral de Santiago que certifica la realización del peregrinaje. Para ello, es necesario completar al menos 100 millas náuticas y una última etapa a pie.
Y, aunque hacer el Camino a vela resulte atípico, según cuenta la tradición, el primer camino fue por mar. Lo hicieron los discípulos Teodoro y Atanasio trayendo el cuerpo de Santiago Apóstol en una barca de pedra…
CAMINO DE SANTIAGO A VELA – NAVEGA EL CAMINO – SAIL THE WAY
Además de poder navegar el camino de forma individual en cualquier época del año, cada verano NORTH MARINAS organiza una travesía de veleros que asciende a planazo. Admiración máxima por quienes arriesgan y sacan adelante proyectos culturales tan innovadores y preciosos.
Yo tuve la fortuna de participar en la edición de 2019 (experiencia que hoy comparto por si te resulta inspiradora de cara a hacer algo diferente en este nuevo año Xacobeo;) que comenzó el 5 de julio en el puerto de La Rochelle (Francia). En mi caso, me sumé a esta tan mágica aventura el 24 de julio 2019 en La Coruña.
Para entonces, varios de los tripulantes de Sail the Way – Camino de Santiago a vela ya llevaban unas 10 etapas, algunas muy duras luchando contra viento y marea. Pero pasados los temporales y horas muertas (a veces, tan maravillosas) en alta mar, siempre esperaba una recompensa: llegar a puerto, pisar tierra y descubrir la cultura y gastronomía de los pueblos que recibían a estos locos de la vela.
¡LEVAMOS ANCLAS!
Diario de a bordo día 1
Llegué a Galicia en avión y pensé que si Galicia era así de linda desde el cielo, ¡madre mía lo que sería descubrirla por mar!
Dejé mi maleta en el hotel y me perdí por «la calle (aunque en realidad son 7 calles) de vinos». Comí un pintxo de tortilla inolvidable, la primera ración de pimiento de Padrón (de las 300 que vendrían después) y una Coca Cola de las grandes. Y en ese justo instante, me arrebató LA sensación mágica de estar de vacaciones. El destino puso ante mí una editorial de Pérez Reverte -que durante un tiempo vivió en un velero- y hablaba sobre una novia suya gallega. Los astros favoreciendo místicamente casualidades que las almas peliculeras nos encargamos de unir con calzador XDXD
Paseé sin rumbo, foto aquí, foto allá, me siento aquí, atravieso la Plaza María Pita (qué crack esta mujer, por cierto), me tomo un agua con gas-hielo-limón allá… Esa tarde, acabé en el MEGA y salí aún más maravillada de cómo trabaja la familia Rivera en los sectores de la cultura ¿recuerdas el festival de música SON Estrella Galicia Posidonia?, el marketing, el deporte y el entretenimiento (pronto post en reharq.com, por cierto).
Desayuno en una cafetería de las de toda la vida y rumbo a la Torre de Hércules. La suerte de no tener ticket para entrar hizo perderme entre caminitos junto al mar y acabar frente a una cárcel abandonada y charlar con una espontanea coruñesa sobre su historia y, sobre todo, su futuro. Se confirma, muy riquiños los gallegos.
Llegó la hora del reencuentro con el resto de la tripulación: cuatro personas (a cada cual más maja) y el capitán.
En la travesía Sail the Way puedes participar con barco propio o bien, como fue nuestro caso, tras apuntarnte en una bolsa de tripulantes. Cuando se forma grupo, se alquila un barco con patrón y se comparten gastos, tareas y esfuerzos del peregrinaje.
Primera noche en el camarote.
Diario de a bordo día 3
Dejamos la Torre de Hércules a nuestras espaldas para partir hacia Muxía, 50 millas nos separaban. Por delante un día 100% gallego: lluvia y niebla (¡con poco viento!) y 8 horas por delante con sonido a mar.
Muxía nos recibió con un maravilloso sol y con el misticismo que caracteriza al Santuario de la Virgen de La Barca, arrasado por el fuego en 2013. Ni un vinilo haciendo las veces de lo que fuera su retablo de estilo barroco (obra del artista compostelano Miguel de Romay) empaña la importancia de este lugar de culto para todo peregrino.
Las zamburiñas que cenamos aquel día fueron tan increíblemente especiales… ¡que el pasado verano, el de #quédateencasa, volví a Galicia y repetimos! ¿Dónde? En A casa do peine.
Diario de a bordo día 4
Tras un rico desayuno con mermelada de mora, partimos (40 millas mediante) hacia Muros. Nuestro paso por Finisterre no defraudó a su fama, una mala mar nos acompañó durante toda la travesía y especialmente por el faro del fin del mundo. Hubo momentos duretes, de esos en los que se quita el postureo de golpe. Para prueba: XD
En este municipio nos recibió su alcaldesa y se ocuparon de enseñarnos todos los rincones de esta villa tan marinera como señorial. Al activo puerto pesquero de Muros, con subasta de pescado a viva voz, se une un rico patrimonio monumental. Los soportales, con arcos de medio punto, servían cuando el mar llegaba hasta las casas para poner a buen recaudo las embarcaciones.
En Muros tuvo lugar mi primer bautizo en aguas gallegas, sensación térmica comparable a visitar Laponia, ¡pero había que probarlo!
Diario de a bordo día 5
Ponemos rumbo hacia las Rías Baixas, otras 50 millas nos separan del próximo puerto: Vilanova de Arousa. En esta travesía ni el mar ni el buen tiempo estuvieron de nuestra parte, aunque sí pudimos navegar bastante sin motor. Minutos antes de llegar a tierra el sol nos brindó con una entrada maravillosa por la ría entre veleros y bateas de mejillones.
Es aquí donde nace la ruta literaria en honor a Valle-Inclán por lo que aprovechamos para visitar su casa natal. Su mansión solariega, que obedece a la arquitectura tradicional palaciega, ha sido reconstruida y convertida en la Casa-Museo Ramón María del Valle-Inclán.
Diario de a bordo día 6
El tramo Vilanova de Arousa y Padrón no es transitable con velero, por lo que lo hicimos en catamarán. De nuevo, esta vez de salida, la ría nos brindó unas estampas maravilla de la actividad pesquera de la zona.
Uno de los hitos en el que todo peregrino del Camino de Santiago a vela debe reparar es en el padrón situado bajo el altar mayor de la iglesia de Santiago. Esta ara romana dedicada al dios Neptuno es donde, según la tradición, los discípulos del Apóstol amarraron la barca que trasladaba desde Haffa (Palestina) los restos de Santiago. En este bloque de granito se grabó la siguiente inscripción: «A Neptuno el Foro Iriense con su dinero». En la Edad Media, era costumbre de los peregrinos abrazar el pedrón, símbolo que dio nombre a la propia localidad.
Y ya que estábamos, nos pasamos por la oficina de turismo para obtener nuestra «Pedronía». Que yo ni idea de que existía, pero es lo que tiene viajar con apasionados y sabios del camino, que no pierdes detalle. Gracias, Diego 😉
Esta noche ya dejamos el velero y dormimos en un albergue.
Diario de a bordo día 7
Cuando empezamos la caminata aún era de noche. Frío y mucha niebla. Lo pienso ahora desde la comodidad de mi salón y vuelvo a sentir aquella humedad. Y sí, llovía, cansados y con sueño, pero había alegría. Por detrás muchas millas náuticas peleonas; y por delante más de 20 kilómetros a pie hasta Santiago de Compostela, pero la mente no podía permitirse el lujo de flaquear.
Rumbo hacia un místico lugar: la plaza del Obradorio, subidón y fin del camino.
NAVEGA EL CAMINO – SAIL THE WAY EN COMPAÑÍA
Y hasta aquí el viaje en el que planeé leer, escribir y meditar… Pero, en cambio (y contra todo pronóstico), acabé riendo, rezando y durmiendo como si no hubiera un mañana.
Mi Camino de Santiago a vela trajo calma y más ganas (aún) de mar. Cuatro días navegando en velero por donde también lo hiciera, según cuentan, el cuerpo de Santiago.
De este viaje tan atípico me quedo con la tripulación, las zamburiñas, los desayunos a bordo, tantas carcajadas, ir al ritmo del viento, las agujetas y la magia de la misa del peregrino a la que llegamos lloviendo a mares.
Magia (sí, has leído bien;-)
P.D: Si te han entrado ganas de surcar los mares y necesitas más info para, tal vez, enrolarte este año Xacobeo ; ), aquí tienes un enlace de la organización.
A vela? En serio? espectacular!! Sabía que se podía hacer andando, en bici, ,bici eléctrica, a caballo… pero a vela?? No lo había oído nunca, y me ha encantado la propuesta!!! Me quedo dándole vueltas a ver si me animo para el próximo verano… gracias por la idea!!